Triana es uno de los barrios más emblemáticos de Sevilla y ofrece multitud de planes e historias que descubrir. Según la mitología, Triana fue fundada por Astarté, diosa de la fecundidad, cuando se refugió en la margen occidental del Guadalquivir en su huida de Hércules, quien se había obsesionado con ella y la perseguía sin descanso; él se quedó en la otra orilla del río y dio origen a la ciudad de Híspalis (nombre romano de Sevilla).
Triana es cuna de personajes ilustres. Vio nacer al navegante Rodrigo de Triana, quien acompañó a Cristóbal Colón en su viaje a la India y, sin esperarlo, se convirtió en el primero en avistar el continente americano, un momento que dio un vuelco a la historia de la Humanidad.
Entre sus patios y callejuelas también creció el Maestro Juan Belmonte, quien revolucionó el arte del toreo durante la primera mitad del siglo XX y tiene una estatua dedicada a él en la Plaza del Altozano. además de infinidad de cantaores y bailaores: Matilde Coral y su marido Rafael, Gracia de Triana, Paco Taranto, Naranjito de Triana, Antonio el Bailarín…
Puente de Triana
Pasar al otro hemisferio de Sevilla significa cruzar el Puente de Isabel II, más conocido como Puente de Triana. Mientras que los romanos desecharon la idea de construir un puente fijo, lo árabes fueron los artífices del de barcas (sobre una hilera de embarcaciones se colocaron tablones de madera para que los ciudadanos pudieran cruzar de una orilla a otra). No fue hasta 1852 cuando se inauguró el que actualmente es el puente de hierro más antiguo de España. Inspirado en el ya desaparecido Puente del Carrousel de París, obra de Polonceau, ofrece, junto con su entorno una las estampas más características de Sevilla.Capillita del Carmen
En el extremo del puente de Triana, junto a la plaza del Altozano, está la Capillita del Carmen, construida en 1928, por el arquitecto Aníbal González y el ceramista Emilio García. Se trata de un pequeño edificio, de ladrillo visto y de un llamativo color rojizo, compuesto por la propia capilla y una torre campanario de planta octogonal; un enclave en el que merece la pena detenerse.Iglesia de San Jacinto
Otro monumento que merece la pena visitar es la Iglesia de San Jacinto. Se construyó en el siglo XVII en el lugar que había ocupado la ermita de la Candelaria, que se desplomó tras unas inundaciones que asolaron la zona, gracias a iniciativa del acaudalado varón Baltasar Brun de Cervera. En manos de la orden de los dominicos durante casi toda su historia, ha sido colegio de matemáticas, retórica y otras ciencias; casa de curación del hospital provincial para tratar a enfermos de una epidemia de cólera; una de las propiedades eclesiásticas que se vio sometida a la desamortización de Mendizábal y condenada al abandono; propiedad municipal y escuela de primaria; sede de varias hermandades, que se han resguardado entre sus muros a lo largo de su historia.Real Parroquia de la Señora Santa Ana
Tampoco podía faltar en este listado la Iglesia de Santa Ana o como popularmente se la conoce “la Catedral de Triana”, que nació cuando el rey Alfonso X el Sabio mandó a construir una pequeña iglesia junto al Castillo San Jorge para agradecer lo que él consideró un milagro: la cura de una enfermedad que padecía en los ojos. Comenzó a construirse en 1266 gracias a las manos de los maestros canteros castellanos que acompañaban a las tropas cristianas y de los alarifes musulmanes, expertos en la utilización del ladrillo, el material constructivo básico durante la época almohade. Es el primer templo que se levantó en Sevilla tras la reconquista de la ciudad, en 1248.El edificio de la Real Parroquia de Señora Santa Ana, de estilo gótico-mudéjar,
Nobles, soldados, mercaderes, marinos y ricos hombres del barrio construyeron capillas en el contorno original del templo a partir de finales del siglo XV. Fundaron capellanías y dejaron sus huellas junto a las de grandes escultores, pintores, arquitectos, orfebres y ceramistas que ejecutaron las magníficas obras que hoy podemos admirar formando parte del edificio o de su patrimonio artístico.
El retablo mayor, obra de Nufro Ortega y Nicolás Jurate, contiene 15 tablas de Pedro de Campaña, principal exponente del manierismo en su época. El retablo ha sido restaurado íntegramente por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico entre 2008 y 2010.
El terremoto de 1755 produjo grandes daños en el templo, por lo que Pedro de Silva, maestro mayor de obras del arzobispado, lo reconstruyó parcialmente y le dio un aspecto barroco que aún permanece en su exterior.
En el interior se hizo una nueva intervención entre 1970 y 1972, bajo la dirección del arquitecto Rafael Manzano para hacer aflorar el ladrillo y la piedra, recuperando así su primitivo aspecto medieval.
La torre que corona la iglesia es una clara muestra de esta mezcla de estilos que adquieren los edificios con el paso de los siglos; la parte inferior es claramente mudéjar (del siglo XIV), mientras que el remate superior, erigido en el siglo XVII, es barroco.
Al entrar en la iglesia lo primero con lo que nos encontramos es el trascoro barroco, que acoge la virgen de la Rosa, una de las obras más importantes de Alejo Fernández. Continuamos la visita dirigiéndonos hacia la nave de la epístola (a nuestra derecha). La primera capilla, llamada de las ánimas, es un templete decorado con yesos barrocos del siglo XVIII, aunque tiene origen en el siglo XVI. Acoge a la Virgen del Carmen. Le siguen la capilla de la Divina Pastora y la de la Virgen de la Victoria, entre las cuales se encuentra el sepulcro de Iñigo López, de gran interés por ser la primera obra en Sevilla de Niculoso Pisano (S. XVI), introductor de una técnica revolucionaria en Sevilla que permitió decorar cerámicas como si de una pintura al óleo se tratara. A continuación de la puerta se encuentra la Capilla de San Joaquín del siglo XVII cuyo retablo es atribuido a Bernardo Simón de Pineda. Por esta capilla se accede a la cripta de la iglesia que acoge el museo parroquial.
Ya en la cabecera de la iglesia encontramos la capilla del Calvario, la Capilla Mayor y la capilla de Madre de Dios del Rosario. La primera es la que acoge la pila bautismal y el Cristo del Socorro de 1620 que se atribuye a Andrés de Ocampo, y destaca por las pinturas murales que adornan la bóveda nervada. La capilla Mayor acoge el impresionante retablo renacentista de principios del siglo XVI, de estilo plateresco, destacado por las 15 bellas pinturas realizadas por Pedro Campaña en el año 1550. Está presidido por las imágenes de Santa Ana (Madre de la Virgen), la Virgen y el niño Jesús, grupo escultórico del siglo XII, aunque el niño es del siglo XVIII. La Capilla de Madre de Dios del Rosario está presidida por un retablo barroco realizado entre 1709 y 1713 que acoge a la Virgen del Rosario de 1816.
Antes de seguir nos giramos para contemplar el coro, cuya sillería fue realizada entre 1619 y 1620; destaca el órgano realizado en 1814. A continuación, en la nave de la epístola se encuentra la Capilla Sacramental del siglo XVI en la que destacan las yeserías que la enmarcan y las pinturas de la bóveda de media naranja. Alberga un retablo de 1713 que acoge a la hermandad del Santísimo Sacramento. La siguiente Capilla es la de San Cristóbal (Portador de Cristo), de mayor tamaño, cubierta por bóvedas estrelladas del siglo XV y decorada por un zócalo de azulejos del siglo XVI, aunque tiene añadidos posteriores. Frente a la misma, en el lateral del coro, está el retablo del siglo XVII de las Santas Justa y Rufina.
Santa Justa y Rufina eran dos hermanas alfareras nacidas en Triana en los años 268 y 270 (bajo del dominio romano) que, cuando una procesión pagana pasó pidiendo limosnas por su casa, no sólo se negaron a pagarles si no que rompieron la escultura, tras lo que fueron condenadas a torturas muriendo finalmente encarceladas. La iglesia concedió la santidad a estas mártires sevillanas a las que se les atribuyó la protección de la Giralda para que no se derrumbara en el terremoto de 1504, por lo que siempre aparecen representadas sosteniendo la torre.
La siguiente capilla es la del bautismo, del siglo XVII, también con una interesante decoración con pinturas y un zócalo de azulejos. La última Capilla, de esquema similar a la primera de la que hablamos (la Capilla de las Ánimas) está dedicada a San Francisco y presidida con un interesante retablo plateresco del siglo XVI que acoge bellas pinturas de la escuela de Domingo Martínez.
Declarado monumento de interés cultural desde 1931.
Las fiestas más destacadas en esta parroquia son el Corpus Christi (Corpus Chico), que se celebra con procesión desde el siglo XVI, la novena a Señora Santa Ana del 18 al 26 de Julio, festividad de la Santa, los triduos, quinarios, novenas y salidas procesionales y en peregrinación de las hermandades de Penitencia y Gloria del barrio de Triana.
Castillo de San Jorge
El Castillo de San Jorge nació como una fortificación defensiva en la época visigótica, una utilidad que siguió conservando cuando la ciudad quedó bajo el dominio almohade. Tras la reconquista cristiana pasó a pertenecer a la Orden Militar de San Jorge, patrón de soldados y caballeros, hasta que, más tarde, llegó su época más oscura: se convirtió en sede de la Inquisición. Durante ese periodo también fue prisión e inspiró al compositor Ludwig van Beethoven, que, en su ópera ‘Fidelio’ (1805) hablaba de una cárcel sevillana donde a finales del siglo XVIII se encerraba a presos de conciencia. Entre sus rejas, fueron a parar personajes tan célebres como el artista florentino Pietro Torrigiano, que, según los escritos del arquitecto y pintor Giorgio Vasari, murió allí. Ya en el siglo XIX, el Castillo fue demolido para crear un ensanche desde la Plaza del Altozano hasta la Calle Castilla. En el solar se instaló un mercado de abastos que sigue en activo y cuya visita es también imprescindible para conocer la gastronomía y la idiosincrasia sevillana. En su subsuelo se encontraron multitud de restos arqueológicos que el Ayuntamiento no dudó en dejar a la vista, creando el actual centro de reinterpretación de las ruinas y de lo que supuso la Inquisición para la ciudad. Se puede aprovechar esta visita para recorrer el Callejón de la Inquisición, junto al propio castillo. Se trata de un pasaje estrecho de 35 metros de longitud por el que los reos eran conducidos para ir a la cárcel y ser juzgados o para, de ser considerados culpable y condenados, dirigirse a la hoguera.Disfrutar de la cerámica trianera: Centro de Cerámica de Triana
Durante siglos, Triana contó con una presencia significativa del pueblo gitano, que se concentraba en una parte del barrio conocida como cava y que vivía de la artesanía, con actividades como la herrería y la alfarería. Es por ello que el barrio cuenta con el Centro de Cerámica Triana (CCT), que nació en 2014 con el objetivo de poner en valor la historia de su tradición alfarera.
Ocupa la que fue sede de la empresa Cerámica Santa Ana-Rodríguez Díaz S.L., un edificio de dos plantas: en la baja se describe el proceso productivo de la cerámica, recorriendo los espacios antiguos de la fábrica, y se habla de los numerosos talleres que estuvieron activos en el barrio a principios del siglo XX, como Mensaque, Montalván o Ramos Rejano; mientras que, en el primer piso, está la colección permanente, con obras de entre los siglos XII y XX, una sala de exposiciones temporales, y un espacio titulado ‘Triana, corazón del Flamenco. Nombres y carteles de la Bienal’, que alberga una exposición permanente que repasa la historia gráfica, a través de sus carteles desde 1980.
Centro Cerámica Triana (Calle Callao, 16, esquina calle Antillano Campos)
https://icas.sevilla.org/espacios/centro-ceramica
Además, en la zona aún se conservan muchos talleres en los que se siguen fabricando productos artesanales de cerámica que, además, pueden adquirirse allí mismo (calle Antillano Campos y Calle Alfarería). Muchos de ellos imparten clases para quienes quieran aprender este arte y oficio (calle pureza 72).